Nous peignons le ciel avec des rêves

viernes, mayo 29




Me acerqué a la planta perenne de tronco leñoso y elevado que se ramifica a mayor o menor altura del suelo y estiré la parte de mi cuerpo bípeda implume que va de la muñeca a la extremidad de los dedos para recoger el órgano comestible de la planta que contiene las semillas y nace del ovario de la flor.
El reptil generalmente de gran tamaño me alentó en mi acción dificultosa que se acomete con resolución. Luego insté al macho de la especie de los mamíferos bimanos del orden de los primates dotados de razón y de lenguaje articulado a que comiera del órgano de la planta. Él aceptó mi propuesto con cierto sentimiento experimentado a causa de algo que agrada.
Por cosas tienen nombre, por ahora. A esto que hicimos creo que lo van a denominar pecado. Si nos dejaran elegir sabríamos llamarlo de mil maneras más encantadoras.

Luisa Valenzuela

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